Hemos hablado en otras ocasiones de la importancia del agua que damos a nuestros hijos, por ejemplo, pero ¿cuándo debe empezar a tomar agua un bebé, en qué cantidades y de qué tipo?
El agua es sin duda un elemento indispensable en la salud de los seres humanos, pero en el caso de los niños tiene una serie de peculiaridades. Y es que lo que mucha gente no sabe es que, aunque ellos también necesitan hidratarse con agua, esta debe ir siempre acompañada de nutrientes para evitar problemas de desnutrición. Al parecer, al llenar sus pequeños estómagos de agua imposibilitamos que se consuman otro tipo de alimentos necesarios.
Si quieres saber cuánto y cuándo debe empezar a beber agua tu bebé, toma nota.
- Bebés de hasta seis meses
Siguiendo indicaciones de a OMS, la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses es idealmente la mejor opción para la nutrición de nuestro bebé, por lo que el consumo de agua no existiría durante este periodo, ya que ya estarían adquiriendo ese agua a través de la leche materna.
Existe algún caso, sin embargo, en el que aún con lactancia exclusiva los bebés pueden necesitar el consumo de agua de forma puntual, como si existe un problema de gastroenteritis, por ejemplo.
- Bebés de siete meses a un año
Si los bebés continúan con lactancia exclusiva es habitual que, a pesar de tener más de seis meses, no necesiten un aporte de agua extra además de la leche materna, incluso cuando ya existe alimentación complementaria. La diferencia con el periodo anterior, sin embargo, es que ya no resulta a priori ‘peligroso’ que consuman agua de forma puntual.
La situación cambia, sin embargo, cuando el bebé ya no se alimenta por leche materna y por lo tanto debe necesitar un aporte extra de agua.
- Niños de uno a tres años
¿Qué ocurre cuando los niños tienen más de un año? A partir de este momento ya es mucho más fácil controlar la cantidad de agua, y es que la recomendación general es que consuman aproximadamente un litro al día.
Recomendaciones generales
Lo que debemos tener en cuenta, sin embargo, es que la naturaleza es sabia y, por lo tanto, a la hora de controlar qué cantidad de agua consumen los más pequeños lo mejor es fiarse de la señal más clara: la sed.
Además, otro de los puntos más importantes es sin duda la calidad del agua que les damos a nuestros hijos, sobre todo teniendo en cuenta que a tan temprana edad son mucho más sensibles a los químicos. En este sentido, el agua embotellada o filtrada será siempre preferible al agua del grifo, sobre todo en el caso de las grandes ciudades, con aguas más duras y tratadas para asegurar que sean potables. Instalar un sistema de osmosis en casa cuando existen niños pequeños es sin duda una gran idea si queremos ofrecerles agua de calidad sin tener que recurrir al agua embotellada y en consecuencia al consumo innecesario de plástico que supone.