¿Por qué notamos diferencias en el sabor del agua dependiendo de la zona en la que estemos? ¿O por qué cambia la textura y el aspecto de nuestro pelo cuando nos duchamos en una u otra parte?
Las respuestas a estas preguntas están claras: el agua difiere de una localidad a otra e, incluso, de un barrio a otro. Por este motivo, la compra de agua embotellada no deja de crecer: en 2016, por ejemplo, aumentó en un 7%, llegando a los 1.245 millones de euros, con la consiguiente generación de residuos de plástico.
Con un contexto como este y una preocupación mayor cada año por el medio ambiente, son muchas las personas que optan por una solución de tratamiento de aguas como Osmotic, que se instala en el grifo de la cocina para evitar comprar agua embotellada y disfrutar de un agua de calidad y buen sabor, o como Olympia Plus, un descalcificador con tecnología avanzada para garantizar agua en toda la casa libre de cal y cloro.
En cualquier caso, la realidad es que el agua difiere de una comunidad a otra. El sabor desagradable, por ejemplo, se relaciona con la concentración de minerales en una determinada cantidad de agua, en concreto de sales de magnesio y carbonato cálcico. Cuando estos se encuentran muy presentes, hablamos de ‘agua dura’.
Además de este factor, también existen diferencias dependiendo de la procedencia del agua: cuando el suelo es calcáreo, se genera más contenido de cal en consecuencia.
Así, las zonas con las aguas más duras del Mediterráneo se sitúan en la zona de Tarragona y Castellón, mientras que en la mitad este y sur de la Península los niveles son medios y altos en cal.
Por lo que respecta al centro-noroeste, encontramos aguas blandas por la reducción de estos minerales, mientras que las islas presentan aguas salobres.
¿Cuál es, entonces, el ranking de calidad por ciudades? Según un estudio realizado hace unos años por la OCU, la calificación de ‘agua muy buena’ se la llevaban ciudades como Burgos, San Sebastián, Las Palmas, Vigo, Pontevedra, Altea La Vieja, Badajoz, Madrid, Tarragona, Palencia, Córdoba, Guadalajara, Ourense, Jaén, Málaga, A Coruña, Ávila, Cuenca y Murcia.
¿Las peores? Palma de Mallorca, Ciudad Real y Lebanza, en Palencia.
Sea como fuere, instalar una tecnología de tratamiento de aguas para disfrutar de agua blanda o de mineralización débil sin tener que recurrir ni a agua embotellada, ni a anticales, es sin duda uno de los caminos por los que optan cada vez más y más españoles en sus hogares.