Seguramente lo hayas oído infinidad de veces: ducharse con agua fría o, en su defecto, terminar tus duchas con unos buenos chorros a baja temperatura está lleno de beneficios para tu salud. ¡Y existe evidencia científica al respecto!
Como sabrás, el ser humano está compuesto en más de un 65% de agua, por lo que puedes imaginar la importancia que tiene para nuestro bienestar. En este caso concreto queremos hablar de la temperatura del agua que utilizas para ducharte.
Y es que si bien está demostrado que una ducha caliente antes de acostarte puede ayudarte a relajarte e incluso puede influir en tu descanso, lo cierto es que lo más recomendable es hacerlo con agua fría, entre 18 y 24 grados aproximadamente, y por un periodo corto de no más de 5 minutos.
¿Cuáles son sus beneficios? Toma nota.
- Mejora la salud y el aspecto de nuestro cabello, ya que el agua fría le aporta brillo y es capaz de eliminar las células grasas del cuero cabelludo, por lo que el pelo te durará limpio más tiempo.
- Estimula nuestro sistema inmunológico. ¿El motivo? El contraste de temperatura funciona como una especie de ‘despertador’ de las funciones de nuestros órganos.
- Activa las terminaciones nerviosas de la piel, por lo que contribuye a activarnos y a llenarnos de energía.
- Reactiva la circulación sanguínea gracias a la contracción de las venas que se produce cuando entramos en contacto con el agua fría.
- Hidrata nuestra piel, aportándole firmeza y elasticidad.
- Nos ayuda a eliminar toxinas e impurezas de la piel.
- El agua fría tiene un efecto calmante cuando existen picores o enrojecimiento cutáneo.
- Nos ayuda a segregar adrenalina, lo que en general mejora otros problemas como el cansancio o incluso la depresión.
No está mal, ¿verdad? Recuerda acabar tus duchas con un buen chorro de agua fría. ¡Tu salud y tu bienestar te lo agradecerán!